jueves, 12 de diciembre de 2013

En busca de la felicidad.

¿Dónde se habrá perdido?

Probablemente en algún lugar entre las sábanas y las estrellas. Entre las páginas pertenecientes a alguno de los miles de libros que alejan el dolor del corazón o entremezclada con el café cargado que nos tomamos con la imperturbable esperanza de revivir unas falsas ganas para seguir luchando. Derretida. Como el azúcar.

Al fin y al cabo la maldita felicidad es eso: un pequeño rayo de dulzura aguada en una amarga vida que no termina. De hecho las personas (y las que sólo son intentos de ello) creemos que podrá arrebatar la tristeza de la taza entera. Imbéciles.

Quizá tomó el camino erróneo en algún cruce de caminos cuando se dirigía a nuestro día a día. O quizá nunca se despertó y permanece adormecida desde que el Big Bang creó el universo. Puede que sólo sea una mentira creada por los que se hayan percatado de esto último, como esa historia de Papá Noel que se les cuenta a los niños pequeños. Tan solo una mentira, pero una que hay que creer obligatoriamente. O deberíamos, al menos. Porque si no, la frustración y la impotencia que traen consigo las lágrimas nos quemarán la cara, como si de ácido se tratase.

¿Dónde se habrá perdido?

sábado, 30 de noviembre de 2013

Adaptación de algún texto que cayó en mis manos.

El amor es más hambriento que un mendigo,
insaciable, egoísta y
extremista;
abarca la felicidad y la tristeza,
se cierne en la sabiduría y la ignorancia,
conoce de generosidad y la avaricia.
No sabe de equilibrio.
Es una extraña mezcla entre
el dolor y la dicha,
y esa mezcla puede resultar fructuosa y creativa algunas veces,
como poderosamente destructiva otras.
Con lo fácil que es
descubrir un mundo nuevo bajo las sábanas,
derritiéndonos mutuamente.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Y es que el tiempo pasa antes de poder agarrarlo.

00:13h
Empieza el llanto, como cada puta noche. 'Mira qué hora es, pide un deseo', decías. Pues, ¿sabes? Los pedía todos. Se ve que antes era aún más tonta que ahora y que no sabía que tu único propósito era romperme igual que se rompe una promesa.


00:47h
Según el cabrón de Bukowski, 'la noche es de los poetas, las putas y los que mueren de amor'. Y qué razón tenía. Más que un santo. De hecho creo que me tomé eso demasiado en serio y me he hecho a los tres papeles. Tres en uno. O en ninguno, porque yo ya no soy nada sin ti.


01:26h
Quién coño pensaría que alguien como yo, tan feliz y tan contenta siempre, podría pasar noches tan malas. 'El amor es cruel y el amor duele'. Ay, Lana, no sabes bien la verdad como un templo que cantas con esa voz tuya. Debería ser pecado mortal sufrir tanto, así nos lo ahorrarían todo a los que tienen síndrome de Diógenes con las esperanzas como yo, que las guardamos todas por si podemos volver a vivir de ellas algún día.


01:56h
Llevo dos horas llorando y tengo la cara tan dura como el hormigón por las lágrimas que estan secaAH NO. Ahí voy de nuevo, en medio de la noche. Porque, ya sabes, soy 'una chica con muchos problemas', y resulta que las chicas así también somos reales y cometemos errores que chicos como tú no nos permitís cometer. Ah, cierto, tú aprovechas las oportunidades porque si no 'se van'. Qué idiota eres a veces.


02:39h
'Las noches en vela mientras tu corazón desterrado intenta sacarte el alma del cuerpo y llevársete a ti también a algún otro mundo donde ser persona no implique ser gilipollas'. Bueno. Nada más que añadir.


03:10
Nuestra fecha al revés, igual que nosotros dos. Y por si eso fuera poco, rodeada de ceros. A veces me acuerdo de que eres la mejor cosa que he tenido y me doy un tortazo por aquel empujón que te di, ese que tú aprovechaste para salir pitando de allí. De ti, de mi, de nosotros. Como si el mismo diablo te persiguiera. Bueno, quizá así era, porque con tanto lloro la piel se me quema y puede que, al quitárseme el maquillaje, esté apareciendo mi ser interior hasta ahora apacible. Y que sepas que no hay nada que haga mejor que la venganza. Así que ándate con ojo, que el invierno llega pisando fuerte.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Carreras imaginarias que no pido que entendáis

Estaba bebiendo agua cuando una gota ha caído hasta mi pecho erizado por tu recuerdo y me ha recorrido el cuerpo entero en una especie de lucha con el tiempo, desafiándose mutuamente para ver cuál de los dos caía antes hasta mis tobillos. Curiosamente, cuando el maldito frío del agua me rozaba el tobillo derecho, el reloj se ha detenido, como cediendo la inminente victoria a la ilusión; y ahí es donde se ha demostrado que sí, que el tiempo vuela, pero que hay cosas que vuelan más rápido.

Personas como animales y animales queriendo ser personas.

Es una sensación extraña la que me invade el pensamiento esta noche. Aunque claro, después de ver 9 capítulos seguidos de Pequeñas Mentirosas, una persona deja de ser persona.Y más aún cuando ha dormido apenas dos horas la noche anterior. A veces siento que soy un búho por mi tendencia a dormir durante el día y pasarme la noche recorriendo con la mirada todos y cada uno de los recovecos de mi habitación. 
Anoche precisamente me quedé anonadada con las pupilas dilatadas clavadas en un regalo que me hizo mi amiga Nura cuando cumplí 13 años. Se trata de un tablón de madera con 3 fotos nuestras que se encuentra en el cabezal de mi cama. Las fotos son del verano del 2011; éramos tan pequeñas... Lo que daría por volver ahí y vivirlo todo otra vez, pero de otra manera. Siendo feliz o al menos intentándolo. Conservando esa ilusión de la niñez para cuando la necesitara posteriormente. Pero no, no pude esperar a crecer dejándome unos cuantos pasos por el camino.
Hoy estoy completamente intrigada con el Furby ese de mi hermana. Es un bicho morado con ojos saltones al que tienes que enseñar a parecerse a una persona. A hablar y eso, comer, dormir... La verdad, no entiendo por qué querría algo tan mono parecerse a una persona. Las personas sólo abren la boca para herir a los demás o para quejarse de cosas que ni se molestan en mejorar. Si comen mucho son "unas focas", y si comen poco, "anoréxicas". Y lo de dormir... Bueno. A veces duermen para olvidar o simplemente para no darse cuenta de la mierda de mundo en el que vivimos, y otras veces ni siquiera pegan ojo en toda la noche. Las personas son demasiado complejas, retorcidas y manipuladoras como para querer ser como ellas.
Supongo que mi habitación me incita a que no duerma y me quede toda la noche reviviendo las millones de historias que he vivido en mi imaginación y con las que podría escribir una trilogía entera. A veces hasta se parecería a 50SDG; lo que pasa es que el protagonista sería negro. Nada, cosas mías. Soñar con los ojos abiertos es una de las cosas que mejor hago; especialmente a estas horas de la noche y con el maquillaje así de corrido. Bah, volveré a ser un panda con insomnio. Para variar.

domingo, 11 de agosto de 2013

Con las piernas colgando y la mirada perdida.

Sentada en el petril de la ventana, con una taza de café -que no falte- y mi pijama de Mickey Mouse, he pensado que hay cosas que me abruman y luego está el cielo del norte. Nunca es como la vez anterior, tan diferente a cada segundo. Es como si no quisiera que supiéramos cómo es, como si no se quisiese mostrar al mundo. Me recuerda tanto a mí... Siempre cambiante. Cuando crees que estará soleado y feliz todo el día, viene una tormenta al atardecer. Viento, lluvia, hasta heladas en las noches de invierno, ya congeladas de por sí. Se asemeja tanto a mi persona que a veces siento que soy parte de él. Además, yo también soy dueña de esa oscuridad que el cielo consigue ocultar gracias a los coloridos rayos del Sol, y a mí tampoco se me nota. Prefiero esconderla en esa cajita azul y verde donde también guardo a una antigua amiga más amante de la sangre que yo misma.
Puede que siempre guardemos bajo llave los viejos tormentos. Como esa camiseta que está resguardada bajo todas las demás para que tu madre no vea que la has roto, o esa cartita de amor que te mandó tu novio hace dos años.
Me parece muy curioso que guardemos todo eso en vez de deshacernos de ello. He llegado a la conclusión -tras una taza entera de café y unas veintemil vueltas a la cabeza- de que hacemos eso porque todas esas cosas que guardamos en la memoria como 'negativas', formaron parte de nosotros alguna vez. Sentimos que, si los tiramos, estaremos asesinando también una parte de nuestros recuerdos. Perdemos seguridad, y por tanto nos hacemos mucho más vulnerables.
La verdad, no sé cómo he llegado hasta aquí cuando mi única intención era dejar ver lo loca que estoy por decir que me parezco al cielo o que él se parece a mí, pero puede que hasta haya conseguido aclarar a unos y desvelar a otros.
Supongo que estoy demasiado zumbada como para intentar parecer una persona normal y limitarme a suspirar que sería maravilloso ser canica y caer desde los mil metros de altura.

martes, 6 de agosto de 2013

Mis venadas cursis me asustan.

Parezco una niña pequeña ahora mismo. Tiemblo. Los ojos me pesan cuatro toneladas por todo el agua que llevan y los párpados casi no pueden contener todo ese mar de incertidumbre que se halla dentro. Tengo miedo. Y es un miedo incurable, que sólo tendrá fin cuando me acurruque en tus brazos. No sabéis bien cuánto ansío sentir su respiración mientras me cuenta algún sueño loco que ha tenido o me acaricia los lunares del pecho. Me domina el deseo de sentir sus besos rozarme la barriga que tantas mariposas ha resguardado en su interior. Miles, millones de ellas. Demasiadas, incluso.
Y es en momentos como este cuando me doy cuenta de que enamorarse es tan peligroso como tirarse sin paracaídas de un avión. De hecho, el amor no es que no pare las caídas, sino que te impulsa al fondo del acantilado. Y algunos tienen suerte y consiguen agarrarse a las paredes, escalar, y salir de allí para pasar una vida entre unicornios y arco iris; cosa que no entiendo. ¿Para qué malgastar la vida entre rosas pudiendo pasar noches locas entre las sábanas? 
Follar con 'La Vie En Rose' de fondo. Eso quiero. O bailar con la luz del frigorífico en medio de la noche, intentando seguir en ritmo y no interrumpirlo con mordidas en los labios. Algo difícil, sí, pero infinitamente divertido. 
¿Os dais cuenta? Paso de ser una cursi de mierda a subir de tono en menos de dos minutos. Es que en verdad soy muy rara. Mi vida en general está llena de imprevistos un tanto curiosos. Pero lo peor es eso que me dice mi padre, ¿cómo era? Ah sí: "es normal que a tu edad sientas que nadie te entienda." Perdona aita, pero a mí me entiende todo el puto mundo menos yo misma. Pero claro, cada uno me entiende como le da la santa gana. Y yo no sé a quién cojones hacer caso, porque cada uno me dice una cosa diferente mientras en mi interior hay tropecientas voces gritándome que haga lo que quiera hacer y que no me calle. Pero como comprenderéis, no puedo ir donde mi querida amiguita y llamarle 'ZORRA' así por amor al arte o chillarle a ese subnormal que se duche o nos saldrá moho en los pulmones por el hedor de su pelo mugriento. Todo es maravilloso. Genial.
Que se vaya el mundo entero a la mierda un rato, a mí solo me faltas tú. 
Ah, y ni friends ni mierdas. Friends son esos que quedan para jugar al parchís en el parque los días de sol, y me da que tú y yo perderíamos todas las piezas.

domingo, 4 de agosto de 2013

Café, amor, amor, café... ¿qué más dará?

Lo que tengo claro es que no hay tormento que el café no solucione. ¿Un día complicado? Café. ¿Un  mal polvo? Café. ¿El karma emocionado? Café. ¿Un tacón roto? Dos cafés. Y así.
El problema viene cuando lo tomas hasta cuando vas a dormir. Bueno, 'dormir', o pasar las horas gastando tinta sobre el papel o pasando la mirada por todos esos libros que tantas veces te han transportado a mundos lejanos, que llega a ser lo mismo.
Ni siquiera sé qué hago pintándome los labios de rojo a las doce y media de la noche de este 22 de Julio. De hecho, ni puta idea de por qué bebo café a estas horas y con el pintalabios recién puesto. Quizá sea porque me gusta la huella que dejan mis labios ansiosos sobre la blancura de la taza hipster del Starbucks. Y mientras dejo el bolígrafo azul encima del cuaderno, mi mente privilegiada acierta a ver un enorme mosquito sobre mi viejo libro de matemáticas que tantas desgracias me ha traído. Qué coño me importarán a mí las ecuaciones de segundo grado, los poliedros tridimensionales o el teorema de Pitágoras.
Al mismo tiempo en el que apoyo la taza de café sobre mi escritorio rosa, mato a ese cabrón con la goma de borrar que me ha salvado mil y un dibujos. Entonces me doy cuenta de que es la época de celo de todas las gatas de mi barrio, y llegan hasta mis oídos los maullidos de una de ellas mientras se la están follando. Qué vida más perra, irónicamente.
Ahora es cuando pienso en por qué cojones me habré puesto tan guapa para escribir cuatro mierdas e irme a dormir con mi dolor de espalda. Completamente inaudito. ¿Por qué me habré puesto mis culottes rosas si nadie va a tener la suerte o la desfachatez de quitármelos? Soy gilipollas.
Parece lo más triste del mundo, lo sé, pero con ese 'te amo más, zorra' has hecho que mis hormonas hayan decidido montar un parque de atracciones particular dentro de mi. Se estarán divirtiendo las hijas de puta. Maldigo tu don de hacer que me vuelva más loca cada día. Pero por ti.
Por cierto, maldigo también este puto calor. No se puede dormir con calor, y lo que no es dormir tampoco. Quiero decir, ¿qué cosas se hacen agusto con el calor? Bañarse y nada más. Pero sin un subnormal que te agarre el culo cuando estás en el agua, no tiene tanta gracia.
Dios, la cabeza me va demasiado deprisa y no atino a escribir las palabras correctas sobre este sucio papel de rayas azules. Y por si fuera poco, me duelen las tetas. Ojalá me dolieran por tus chupetones y no por la jodida regla. 
Voy a beber otro trago de café, porque me acabo de escribir tu nombre al lado del pezón y no sé si eso es muy normal. Ojalá estuviera ahí el bolsillo de Wallie para taparlo. Sí, sé que es algo que sólo nosotros dos entendemos, pero déjalos que se partan la cabeza intentando descubrir qué merodea por nuestras complicadas mentes.
Se me ha acabado el café y aumentado mi deseo de dejarte que me folles. Lo cual es curioso, porque es sólo a ratos cuando quiero que Dimi se cuele en mí. Exacto, otra cosa que sólo entendemos tú y yo. Me parece muy loco por mi parte que aún no quiera perder la virginidad pero que no pueda parar de imaginarnos sudando bajo las sábanas.
Será que me afecta la sobredosis de café. O de amor. O qué sé yo.

Ojalá derretirme por tus besos y no por el calor.

Nada más productivo que hacer que besar el espejo unas cuantas veces para ver el color carmín plasmado en el cristal, manchándome las bragas de nostalgia. Siguiendo con una mirada cansada el implacable recorrido del ventilador, hipnotizada. Izquierda, derecha. Sereno, fuerte, siempre constante. No se precipita ni se achanta. Sigue ahí, de un lado al otro, a pesar de la energía que gasta el concluir ese movimiento sin cesar.
Esperando el día en el que halles más calor en mis pies siempre fríos que entre las piernas de alguna otra, escuchando canciones tristes sobre lo mucho que duele amar. Observando cómo las pelusas de mis gatas se deslizan por el suelo impulsadas por la fuerza del ventilador mientras mi cabeza recorre el universo entero, hasta el más recóndito rincón. Y suplicándome a mí misma detener la producción de lágrimas en mis ojos, ya que el salitre de éstas está empezando a arrugarme los labios.
Dime, ¿se puede ser más patética que yo?